Si quieres rociar células abiertas en tu edificio metálico, hay algunas cosas que debes tener en cuenta, porque puede parecer una buena idea hasta que no lo es. La célula abierta es una opción perfecta para muchos escenarios de aplicación; sin embargo, los edificios metálicos tienen su propio conjunto de características únicas que la convierten en una aplicación arriesgada si no tienes un conocimiento completo de lo que ocurre entre bastidores.
La principal preocupación es la humedad. La espuma de célula abierta no tiene barrera de vapor. Dicho esto, si se rocía sobre metal que acumula condensación, podrías estar preparando la espuma para un fallo a largo plazo. Esto no es una teoría ni una especulación. Es lo que nos dicen la ciencia de la construcción, la observación del mundo real y los fallos sobre el terreno. Hay situaciones puntuales en las que la espuma de célula abierta sobre metal puede ser aceptable, pero son excepciones, no la regla.
Sección 1: Lo que debes saber sobre la espuma de celdas abiertas
La célula abierta es ligera y transpirable. Es una espuma de densidad ligera conocida por su alta expansión y amortiguación acústica. Tradicionalmente es más rentable y proporciona un excelente control térmico, especialmente en aplicaciones interiores.
La clave es que la célula abierta es permeable al vapor. Esto significa que la humedad puede atravesarla. A diferencia de la espuma de célula cerrada, la de célula abierta no es resistente a la humedad, lo que es importante cuando se trata de metal, un sustrato conocido por condensarse de forma natural cuando oscilan las temperaturas.
En zonas climáticas con mucha humedad o en edificios que crean humedad interna, como graneros, cuartos de cultivo o talleres, esa condensación puede golpear el metal frío y empapar la espuma por detrás.
Con el tiempo, esa humedad atrapada puede
- Deteriorar la estructura de la espuma
- Generar moho
- Causan óxido y dañan los paneles metálicos
No se trata de que la célula abierta sea un buen producto, que lo es. Se trata de para qué está diseñado, y la resistencia a la humedad no es para lo que está hecho. Por eso la zona climática, la finalidad del edificio y los niveles de humedad interior influyen en la determinación de su aplicación.
La espuma de célula abierta debe considerarse en entornos de baja humedad, prestando especial atención al punto de rocío y al cumplimiento del código de edificación.
La espuma de célula abierta puede seguir utilizándose en climas más fríos, pero sólo si se instala el retardador de vapor adecuado entre la espuma y el espacio habitable interior. Sin él, corres el riesgo de condensación y daños por humedad.
Sección 2: ¿Qué hace que el metal sea un sustrato difícil?
El metal tiene sus propios retos, aparte de otros sustratos como la madera o los paneles de yeso. Es más duradero, rápido de instalar y el más utilizado en estructuras como graneros de postes, almacenes y edificios comerciales. Sin embargo, cuando se trata de aislamiento, tiene una característica que requiere el producto de espuma adecuado. Transpira.
El metal es un gran conductor del calor y el frío, lo que puede hacer que su temperatura superficial oscile rápidamente. En zonas de clima húmedo o en espacios con ventilación deficiente, la cara interior de una pared metálica puede descender fácilmente por debajo del punto de rocío. Cuando esto ocurre, se produce condensación, como la que se forma en tu bebida en un día caluroso.
Imagina que pulverizas espuma sobre este sustrato propenso a la condensación, y las temperaturas empiezan a variar mucho. Esto provoca una situación en la que la condensación entra en contacto con la espuma, lo que puede causar:
- La espuma se degrada de dentro hacia fuera
- Que el metal empiece a oxidarse o corroerse
- Un problema costoso que puede no aparecer en los próximos años
Peor aún, muchas estructuras metálicas no están acondicionadas ni totalmente selladas. Pueden carecer de climatización mecánica, lo que puede hacer que la temperatura y la humedad fluctúen constantemente.
Para que funcione, necesitas algo más que espuma. Necesitas acondicionar el espacio, el vapor y el sistema de aislamiento. Esto puede incluir retardadores de vapor, revestimientos o un sistema de espuma diferente.
Esto nos lleva a la espuma de célula cerrada.
Nota sobre la adherencia: Una cosa más: compruebala adherencia. Algunos paneles de chapa metálica vienen preimprimados con una pintura blanca aplicada en fábrica, lo que puede causar problemas, especialmente con la espuma de célula cerrada. Al curarse y contraerse, la espuma puede desprenderse de las superficies con mala adherencia. Los paneles galvanizados también suelen venir con una fina película aceitosa de fábrica, que debe eliminarse antes de pulverizar.
Tanto si se trata de una construcción nueva como si ya existe, el metal debe lavarse a presión o limpiarse a fondo. Una simple prueba de adherencia antes de la instalación completa puede ahorrarte un gran dolor de cabeza en el futuro.
Sección 3: Qué hacer en su lugar - Entender la conducción del vapor y por qué la espuma de célula cerrada es la opción más segura
Cuando se trata de aislar tu nave metálica, no puedes dejar de lado la conducción de vapor. La forma en que la humedad se desplaza por tu pared o tejado depende de la temperatura y la humedad. Cuanto más frío hace, el vapor suele desplazarse hacia el exterior. Cuanto más calor hace, se dirige hacia el interior. En cualquier caso, debes evitar que esa humedad forme condensación que no pueda escapar.
Los códigos de construcción en climas más fríos (Zonas 5 y superiores) exigen un retardador de vapor de Clase II (1 perm o menos) para los conjuntos con condiciones interiores normales. Esto incluye muchas viviendas y edificios comerciales. Sin embargo, si el edificio tiene una humedad interior elevada -como los lavaderos de coches, los jacuzzis, los cuartos de cultivo o los establos de ganado-, puede exigirse en su lugar una barrera de vapor de Clase I.
Estos retardadores del vapor pueden instalarse como membrana plástica (como Intello o MemBrain), o aplicarse como revestimiento o imprimación. Algunos fabricantes de pintura (como Sherwin-Williams o Benjamin Moore) ofrecen imprimaciones retardadoras del vapor. Algunas barreras térmicas o de ignición también ofrecen resistencia al vapor de Clase II, pero comprueba siempre su rendimiento.
Al fin y al cabo, la espuma de célula abierta no está diseñada para detener la humedad. Carece de barrera de vapor y, a menos que añadas una en el lugar adecuado, te la estás jugando.
Los riesgos aumentan en:
- Climas más fríos (a partir de la zona 5)
- Condiciones de humedad interior elevada (como establos o salas de cultivo)
- Estructuras metálicas sin climatización
Si sigues empeñado en la célula abierta, tendrás que hacer cuentas:
- Realiza un análisis higrotérmico y del punto de rocío
- El lado caliente necesitará que se instale un retardador de vapor específico
- Asegúrate de que el edificio esté acondicionado todo el año.
Sin embargo, para la mayoría de los trabajos la opción mejor y más segura es la espuma pulverizada de célula cerrada.
La espuma de célula cerrada tiene un mayor valor R por pulgada, añade integridad estructural y crea una barrera de aire y vapor, todo en una sola pasada. La humedad no puede pasar a través de este sistema como en el de célula abierta y es más duradero en condiciones exigentes. Si rocías sobre metal, concretamente en paredes exteriores o tejados, la espuma de célula cerrada tiene más sentido y te ahorrará dinero a largo plazo.
Nota sobre la deformación: Los paneles metálicos más delgados pueden deformarse durante la aplicación de espuma de célula cerrada, especialmente en grandes luces sin soporte. Para reducir este riesgo, utiliza una técnica de «enmarcado» y aplica una primera pasada fina (flash pass) para estabilizar el panel antes de aumentar el espesor.
¿Tienes preguntas sobre barreras de vapor, zonas climáticas o la mejor espuma para tu trabajo? Llámanos. Estamos aquí para ayudarte a hacerlo bien a la primera.